Parte V

Cacharreando estoy con el p##o escáner de los c#####s que escanea cuando le da la gana, e imprime cuando le sale del USB ¬¬ Vaya m####a de multifunción, la antigua era mejor, ¿por qué la daría? Ah, sí, porque tengo Windows Vista ¬¬ ¬¬









No podría decir en qué momento exacto pasó, ni cómo sucedió, pero yo juraría que fue mientras caía. Se dice que cuando estás a punto de morir pasa por delante de ti toda tu vida. En mi caso, los recuerdos que conservaba junto a él. Los recordé con una intensidad que nunca antes había experimentado. Sólo fueron unos segundos, pero fue como en esos sueños donde ocurren un montón de situaciones y cuando miras el reloj, tan sólo han transcurrido cinco minutos. Reviví cada momento compartido con él, sobre todo aquel primer día.


Confieso que, a pesar de la diferencia de edad entre Bree y yo, a pesar de que desde los dieciocho ella no paraba por casa, y a pesar de que cada una tenía sus amigos y por decirlo de alguna manera, vidas muy distintas, siempre he estado estrechamente vinculada a ella. Ocurrió sin más, de la noche a la mañana, inexplicablemente, puesto que en mi familia eran bien conocidas y recordadas las continuas disputas que teníamos siendo aún muy niñas. Pero supongo que fue el cambio a la adolescencia por mi parte, la edad del pavo que le llaman, y ella a la mayoría de edad, lo que nos cambió, y nos hizo ser más racionales, hasta el punto en que se convirtió en una hermana de verdad, una amiga en quien confiar, alguien con quien poder contar en cualquier momento y para cualquier asunto.


Cuando salía de viaje, bien por su trabajo, bien por placer, siempre me llamaba a mí antes que a nadie, incluso antes que a mi madre, sabiendo lo histérica que se ponía cuando Bree empezó a estar más tiempo fuera de casa que dentro. No importaba dónde estuviera, ni la hora, yo podía llamarla para lo que necesitase, que ella siempre contestaba. Incluso a lo largo del tiempo me di cuenta de que las aventuras que disfrutaba en sus viajes, a cada cual más excitante y sorprendente por cierto, no se las contaba al resto de la familia del mismo modo que me las relataba a mí. Lo compartíamos todo sólo entre nosotras dos.


Por eso no me extrañó cuando aquel día, mientras sus amigos deshacían las maletas en el dormitorio, me preguntara con ferviente hervor mi opinión acerca de ellos. Pero estaba demasiado distraída intentando olvidar aquellos ojos aguamarina y esa sonrisa inolvidable para coger de nuevo el hilo de la lectura, así que le respondí con un simple “Parecen simpáticos.”. Ella abrió los ojos como platos y se quedó inmóvil durante unos instantes, mirándome perpleja. Luego me cogió de los hombros y me sacudió. “¿Eso es lo único que tienes que decirme?” preguntó con fingida sorpresa, “¿Acaso no has visto los guapos que son Alan y Chris?”. Odiaba que me conociera tan bien. Yo le respondí afirmativamente con la cabeza para que me soltara. Jamás la había visto tan exaltada y alegre. Me gustó esa parte de su personalidad, desconocida hasta el momento, era divertida, un golpe de gracia dentro de la seriedad con la que se solía comportar.

Comentarios

Hada Artesana ha dicho que…
nena ese escaner del que hablas se parece al mio jajaj el mio tambien funciona cuando le da la gana aunque mas que el escaner la impresora en mi caso... y el resto del ordenador ¡cualquier dia me vuelve loca!
Erynus D'Alecto Graeme ha dicho que…
Vista te quiere. Vista es tu amiiigoooo @_@
Logabe ha dicho que…
A veces creo que sí.
Otra, no.
Tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, como todo.

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