El duelo
Dicen que los duelos tienen varias fases. Dices que mi duelo va muy deprisa. Digo que es necesario.
Los recuerdos me persiguen, me aturullan la cabeza, me asaltan en el momento más inoportuno. Y yo solo puedo llorarte.
No he podido odiarte más allá de dos días, a pesar de la mentira, a pesar de esta desconfianza que me has dejado como guinda del pastel. A pesar de todo lo que te he querido.
Yo solo quiero olvidar. Olvidar para que los recuerdos no vuelvan. Olvidar para poder seguir viviendo. Para poder aprender a vivir sin ti.
Y esto me pilla a contra pié, perdida en mitad de la nada, ya sin tu mano con la que yo contaba, a la que yo me aferré estos últimos años. Sin ver que tú la querías soltar. Sin ver que ya no me necesitabas como yo a ti, sin ver que tú ya no estabas ahí, que no me querías.
Tengo un pasado que duele recordar.
Tengo un presente en ruinas.
Tengo un futuro que no veo con tanta niebla.
Estoy obligada a seguir adelante. Duermo por obligación, como por obligación, sonrío por obligación. Me cuido por obligación cuando realmente lo que quiero es meterme en la cama y dejar que pasen los días, las semanas, los meses. Hasta que no queden más lágrimas, hasta que se resequen los recuerdos y se conviertan en arena que se lleve el viento.
Quiero dejar de sentir este dolor que me quema por dentro, dejar de sentir tu vacío en la cama, esta herida que no deja de sangrar y este echarte de menos cuando te tengo delante. Quiero que este duelo pase ya y olvidarme de lo que una vez fuiste para mí, de lo fuimos juntos una vez.
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