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Quizás si...

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Estaba recolectando su ropa desperdigada por la moqueta cuando él murmuró algo de entre las sábanas. Se quedó inmóvil. Él se desperezó y abrió los ojos de golpe al verla recoger sus cosas, y con voz ronca de recién despertado le preguntó a dónde iba. Ella balbuceó lo que intentaba ser alguna falsa excusa, que él interrumpió con una medio sonrisa, apartando las sábanas y haciéndole un hueco en el colchón para que volviera con él. Ella dudó un momento, sonrió también, soltó las prendas y se tumbó a su costado. Meneó la cabeza. Qué más quisiera que pasara eso. Pero no, él murmuró algo, giró sobre sí mismo y siguió roncando. Ella siguió recogiendo sus cosas y salió de la habitación sin hacer el más mínimo ruido. Quizás hubiera funcionado de haberse quedado, podrían haber sido felices. O quizás no. Quizás él le hubiera lanzado esa mirada de "¿qué haces aquí aún?" y ella no habría sabido por dónde tirar. Como siempre prefería imaginarse que hubieran vivido felices para siempre

Tedioso ente vacío

Estrella se levantó aquel día, sin ganas de nada. Como el resto de la semana, del mes y casi del año. Su trabajo ya no llenaba tanto como antes. Su gato, único compañero de piso, pasaba más horas fuera que junto a ella, y no le importaba. Relacionarse con otras personas nunca había sido su punto fuerte, pero ya le daba igual, se encogía de hombros cuando la llamaban antisocial. Quizás era eso, quizás estaba en un punto en que ya todo le daba lo mismo. No sentía, no padecía, no sufría. No necesitaba la compañía de nadie, ni de amante ni de pareja ni mucho menos marido con hijos, idea que le hacía vomitar. Estar vacía le hacía sentirse bien. Disfrutaba de la luz del sol en el parque, de un paseo bajo una inesperada lluvia... Su familia la incitaba a salir, a relacionarse, pero "no tenía ganas". La motivaban para salir, para viajar, conocer otros lugares, otras culturas, pero todos los viajes que siempre había soñado ya los había realizado, y no una ni dos veces, sino tres o cu

Silencio

El paso del tiempo, como la fuerza de un río sobre las piedras, erosionaba cada día los sueños y anhelos de Amanda, un futuro que notaba más lejos conforme pasaban los días. Hacía siete años, David le había hecho una pregunta, una petición de mano, sin anillo pero con toda la sinceridad y el amor de los primeros años. Una promesa que ella había esperado por mucho tiempo. Él no recordaba dicha petición, la había olvidado, alegó cuando ella sacó el tema. La verdad era que los dos se habían acomodado a la vida que llevaban, el trabajo les quitaba tiempo de estar juntos, y en las pocas horas que tenían para ellos, horas que antes pasaban veloces acurrucados en el sofá, ahora eran malgastadas ensimismándose con sus respectivas aficiones, lo único que los diferenciaba cuando se conocieron. Antes cada uno mostraba interés por compartirlas. Ahora convivían sin más, cada uno en un extremo de la casa, como dos seres extraños. Las caricias, los besos y demás muestras de afecto desaparecieron con

LHR

Primera parte Esperar las maletas, hacer fila para mostrar el pasaporte, coger un taxi al hotel de siempre. Desde que Giacomo aceptó ese ascenso ésa era su rutina, iba y venía, siempre a caballo entre Roma y Londres. Por suerte la empresa lo pagaba todo, y el sueldo era bastante bueno. Ya conocía tan bien Londres que el viaje significaba nada, como quien coge un automóvil para ir al puesto de trabajo cada día. Llegó al hotel y en la habitación deshizo la maleta: caros trajes que necesitarían un planchado, un neceser con lo indispensable y unos zapatos relucientes. Y por supuesto, papeles y más papeles de proyectos, tareas, guiones para los briefings, algunas ideas que habían surgido en el vuelo... Solía llevar una pequeña libreta, no confiaba en la tecnología de secretarias electrónicas y demás modernidades. Su agenda clásica de hojas amarillentas no le fallaba, nunca se había quedado sin batería ni requería de complicadas actualizaciones de hardware y software que luego ocup

Parte XIX

Llevo más de un año sin continuar posteando el relato. Empecé a escribirlo hace... 7 años ya. Y a fecha de hoy no sé si lo acabaré algún día. No recuerdo ya ni cómo surgió la primera idea, supongo que se me ocurriría tras alguna película o escuchar alguna canción. Era la época en que descubrí a Budapest, así que seguramente fue aquello. De todas maneras, y dado que entre cada capítulo pueden pasar muchos días, los he unificado todos bajo la etiqueta "Inacabado"  para que sea más fácil la continuidad. Es difícil terminar un relato cuando ves que se alarga, y se alarga, y ves definido el desenlace pero el nudo resulta más complejo de lo que esperabas. Anyway , ahí va otro capítulo/parte/fragmento/lo que sea. Como siempre, correcciones, opiniones, consejos, etc. siempre son muy bien recibidos :) Cuando empecé a salir con Chris, sabía muy bien qué arriesgaba. Si las cosas entre los dos salían mal, yo acabaría perdiendo a Alan. No se trataría de algo como si Alan fuese el h

"Qué suerte tienes de tener trabajo" y demás frases de la crisis

Cansa ya la gente que dice que "al menos" tenemos trabajo. "Puedes dar gracias", "tendrías que estar agradecido", "qué suerte tienes"... Podemos estar agradecidos de tener trabajo, sí, pero debemos estarlo ahora y antes cuando no había crisis, de igual manera que se debe estar agradecido por cada día nuevo, o por tener a esa persona especial a nuestro lado un día más. El trabajo es necesario, sí, es lo básico para subsistir, pero no debemos estar más agradecidos ahora que antes. Antes también había gente en el paro, y nadie se lamentaba por ellos. Ahora ¿qué pasa? ¿Que por ser más parados, los que trabajan son una especie aparte, desagradecidos que no saben lo que tienen? Pues quizás se equivocan, porque el paro toca muy de cerca a quienes trabajan. Todos los trabajadores tienen a alguien muy próximo quien lleva en el paro años, y sí, si estuviera en nuestra mano les enchufaríamos en nuestros trabajos que parece ser la única manera de encont

Érase una vez...

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Érase una vez, aparte de ser la famosa serie de televisión, antes ya era el título de un juego de cartas muy entretenido para aquellos a los que les guste tirar de imaginación e ingeniárselas para contar una historia. El juego consiste en ir contando un cuento usando cuando te cuadre las cartas de tu baza. Hay cartas de todo tipo: lugares, aspecto, personajes... Y hay una pila de cartas aparte de "felices para siempre" (finales de historia). Pero no es tan sencillo. Los contrincantes pueden interrumpir tu turno y por tanto, fastidiarte la historia, y luego, además, tienes que cuadrar la historia con un final que se ha escogido al azar al principio de la partida y que es común para todos los jugadores. El objetivo es descartarte de todas tus cartas y vincular tu relato con el final propuesto. Pues bien, unos amigos y yo llevábamos un tiempo diciendo de hacer un juego de escritura automática, y la otra noche, con alguna que otra copa, lo llevamos a cabo con el sistema del

APAGÓN

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Ya está, tras tanto tiempo mareando la perdiz, por fin he mandado el relato al concurso que organiza Renfe , y este año tras preguntar a los amigos y compañeros por votación (más que nada porque yo no me decido entre todos los que tengo y siempre viene bien puntos de vista diferentes y críticas constructivas), he presentado el siguiente: APAGÓN Cercanías dirección Chamartín. Me siento donde sea. Veo las mismas caras de siempre. Empiezo a leer un periódico gratuito que alguien abandonó. El tren se introduce en la negrura de los túneles. “Próxima parada: Recole…”. El tren pierde velocidad, las luces parpadean. El vagón queda a oscuras. Oigo murmullos, quejas, gente moviéndose. Unos zapatos ligeros andando. Unos labios húmedos uniéndose a los míos en un beso breve pero pasional. Los zapatos de tacón se alejan. La luz vuelve. Retomamos el trayecto mientras observo al resto de pasajeros. Sonrío y busco en vano.

10/05/2010 London y Blanca

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Ya hace 3 años. El tiempo va demasiado deprisa. Lo vengo notando desde los 18. En cuanto nos descuidemos seremos unos "viejos, solos y amargados frente a un televisor" como dice la canción. Tal día como hoy, hace tres años, firmamos un papel que nos comprometía más que cualquier otra cosa. Mucha gente no entiende del afecto que profesamos algunas personas por nuestros animales de compañía. Si eres de esos, que abandone la sala o calle para siempre. Porque hoy hace 3 años adoptamos a nuestros peluchones, y hoy la entrada va a ellos. Por ellos, por la protectora que nos los cuidó hasta que nuestros caminos se cruzaron, por todas las protectoras que conocemos y por la gran labor que hacen. Cuando conocí a mi pareja y empezamos a hacer planes, lo primero en lo que estuvimos de acuerdo es que tan pronto tuviéramos nuestra propia casa, tendríamos un perro. Al principio me mostré reticente, me había criado con perros toda la vida, pero todos se van antes o después, y lleg

Noche negra

Para cuando la policía llegó al sitio del crimen, no muy lejos de allí sino a unas pocas manzanas, Sharon, alias Shadowmoon, estaba dejando inconscientes y maniatados a los dos asesinos, dando un segundo aviso a la policía para que fuera a recogerlos. Acto seguido corrió hacia el hospital para comprobar el estado de Anne. Preguntó por ella en recepción y le indicaron que estaban interviniéndola pues había entrado en muy mal estado. El golpe contra la pared al empujarla Sandy le había causado una herida muy fea en la cabeza. Una enfermera le indicó la sala de espera tras pedirle los datos de la malherida. No podía quedarse, así que se dio media vuelta y volvió a las calles. ¿Quién sabe cuántas personas más estaban siendo atracadas, o peor, en aquel momento? Pero ella no podía salvar a todo el mundo. Aquella noche lo aprendió. Sharon se encontraba persiguiendo la pista de un narcotraficante que le había llevado a un grupo de jóvenes que se encargaban de distribuir la droga por los

Mientras, en un universo paralelo...

La lluvia caía sin cesar. Una semana sin parar de llover, con atardeceres grises, sin rastro del sol por ninguna parte. De la nieve más densa se había pasado a la lluvia más abundante. Y el hombre del tiempo, como la voz en off de alguna película antigua, anunciaba de nuevo nieve para la semana siguiente. "¿Es que nunca iba a llegar el buen tiempo de la primavera?", se preguntaba Anne mirando las gotas que empapaban el ventanal de su piso. Pensó en el verano que ya quedaba tan lejano, un sol brillante, calor que le calentaba la piel y hacía salir sus graciosas pecas que tanta gracia le hacían a Henry, y a ella no. "Te dan un toque muy infantil", se burlaba él. Había conocido a Henry en una fiesta benéfica organizada por una ONG donde tanto su bufete como la Casa Blanca participaban. Ya habían coincidido antes en los tribunales, donde todos los abogados se conocen entre sí. Era una ciudad pequeña para tanto abogado. Henry Gyrich a primera vista era un hombre ser

Boom!

Amaneció, apagué el despertador, escogí mi ropa y me metí en la ducha. Me afeité, me vestí, ordené mis cosas y salí de casa como cada mañana. Pero aquella mañana era distinta. La noche anterior había guardado todas mis pertenencias en cajas de cartón, y los papeles más importantes perfectamente alineados encima de la mesa de la cocina con una nota explicativa, más que nada para facilitarle la futura tarea a mi hijo, quien trabajaba de sol a sol con un contrato absurdo y por menos del salario estipulado. Por él, por mi difunta mujer, por el futuro de mis nietos, por todos ellos había tomado la decisión y había dicho que sí, sí al cambio, sí a parar esta situación, a pararle los pies a tanta injusticia y tanto mangoneo con los ciudadanos de a pie. Además, yo no tenía nada que perder, ya me habían dado palos por todos lados y me habían quitado todo. No me quedaba nada, mas que las ganas y la impotencia de cambiar las cosas. Tal y como me habían indicado, en una pequeña oficina de

Plan de exterminio

Vuelvo a casa derrotado del trabajo, con la cabeza llena de quejas y de órdenes. Me va a estallar. Alzo la voz saludando a quien me espera como cada día, la única persona que me hace sentir bien, la que puede apaciguar las voces en mi cabeza, mi esposa María. Cierro la puerta y echo la llave. A través del gran ventanal que decora la pared norte del salón veo tan sólo la oscuridad de la noche. Las cortinas no están echadas. "Estará regando las plantas", pienso para mis adentros. Me acerco a la cristalera, intentando habituar mi vista a la negrura exterior. Comienzo a distinguir los tiestos de barro cuando algo me sobresalta, una sombra que pasa veloz de un extremo a otro. Busco el interruptor de la luz, que enciendo al mismo tiempo que un gato negro se abalanza contra el cristal. Retrocedo un paso, el cristal amortigua el ataque, y cuando el gato se recompone, salta al balcón de al lado. "Puto gato de los cojones", gruño con mal genio. Lo que me faltaba para aca

Sonatina

Con motivo del 146 aniversario del nacimiento de Rubén Darío, hoy Google ha hecho un doodle con un cisne, y me ha sido imposible recordar cuando estudié a este poeta en el instituto. El Modernismo nunca ha sido el movimiento literario santo de mi devoción (soy más dada al pesimismo crudo de la Generación del 98). Pero recuerdo los rasgos que caracterizaban ese movimiento y, en concreto, recuerdo pavos reales y cisnes por doquier... En aquel entonces leí por primera vez un poema, la Sonatina (el único que recuerdo de este autor, o al menos lo relaciono directamente con él) en el que claramente se veían las imágenes exóticas, brillantes de las que hablaba mi profesora de Literatura, pero creo que se quedó tan grabado en mi mente por la nostalgia y la pena que había entre tanto sol, tanto oro y tanto cisne. La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?  Los suspiros se escapan de su boca de fresa,  que ha perdido la risa, que ha perdido el color.  La princesa está pálida

El paquete

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La lluvia descendía a plomo cuando salió del trabajo. De los árboles caían las últimas hojas del otoño, anunciando la llegada del invierno. Se subió el cuello de la gabardina y se encasquetó su gorro de lana. La cafetería se encontraba junto al río y el frío que le helaba los huesos era el de todos los días. Turistas equipados con impermeables de colores horribles llamaban la atención en aquel día grisáceo. Hacían fotos a diestro y siniestro y decían algo que él no entendía. Era su clientela habitual, hacerse entender con ellos a veces era una aventura. Sin embargo,mientras caminaba hacia el puente,distinguió una figura femenina sentada en un banco. Permanecía muy quieta, mirando fijamente el río. Apenas llevaba un abrigo y el agua resbalaba por sus cabellos. Debía de estar pasando mucho frío a saber por el temblor de su barbilla. Sujetaba algo en las manos, un objeto cuadrado sobre el que pasaba su mano de vez en cuando, como si no se diera cuenta. Él siguió caminando hacia e