Parte VI

Balance del día: la lluvia me ha solucionado el día que había empezado tan mal, con mareos al borde del desmayo (una GRAN y repentina falta de hierro es lo que tiene), la contabilidad de todo el trimestre esperándome en el despacho, y sola ante el peligro en la oficina.
La tarde ha empezado oscura, negra como el tizón, mi jefe que me dice que cerramos ya (y sólo son las 6 y media!), y mientras me lleva a casa (en coche!) me dice que seguramente ya tengan a alguien a quien empezar a amaestrar (esta misma semana!). Llego a casa, con el sms de Rome: "tengo algo que contarte". La despedida de soltera ya está en marcha! Noviembre en Londres, el año que viene en Zaragoza, vuelvo atrás en el tiempo, pero mejor!!!




Después de saltar del acantilado, no sé qué ocurrió. Lejanamente recuerdo que caí al agua, pero no sabía si estaba fría, si floté o me hundí. En un principio supuse que lo segundo, porque después de notar el contacto con el agua, lo siguiente que recuerdo es una oscuridad inmensa a mi alrededor, y de pronto, una luz cegadora. Hasta que mis ojos se acostumbraron a aquella luminosidad, cundió el pánico. No sabía donde estaba, no sabía si estaba aún en el agua, o si estaba flotando sobre el mar y aquella luz era el faro de la costa o un barco. Me tapé los ojos con las manos y me percaté de que no estaba en el agua. Tenía algo ligero sobre mí. Entonces aparté las manos y empecé a apreciar el contorno de la centelleante luz, proveniente de una ventana, y de los objetos que me rodeaban: una mesita, una lámpara sobre mi cabeza, y un sillón junto a la cama donde me encontraba. Cuando vi el color verde pastel de las paredes, supe definitivamente donde estaba. No estaba en el cielo. Estaba en un hospital.

Me incorporé al mismo tiempo que alguien irrumpió en la habitación tarareando algo. En un primer momento pareció no reparar en mí y fue directamente al gotero, sin dejar de observar unos papeles. Cuando levantó la vista del portafolios, se sorprendió de verme. Luego descubrí que en verdad se sorprendió de encontrarme despierta. Llevaba durmiendo tres días. Era la típica enfermera con años de experiencia a sus espaldas, así que me habló como si por esos papeles me conociera desde que nací. Me dijo que jamás había visto a una persona dormir tanto, sin ayuda de sedantes, y que incluso el médico de planta había considerado la posibilidad de un coma poco frecuente.

Y mientras me contaba la vida y milagros de todas las personas que había visto dormir, con o sin sedantes, yo me sentía peor por momentos. Era como si las paredes se moviesen y la habitación se encogiese sobre sí misma. Me sentía enjaulada, comenzaba a tener claustrofobia en aquella cama, y con aquella desconocida yendo de un lado para otro, hablando sobre gente que no conocía. Comencé a retorcer la sábana con una mano, y la enfermera se percató de ello. Me miró con lástima y comprobó de nuevo el gotero. Con un tono un poco más serio me comentó que no era la primera chica suicida que veía. La frialdad e indeferencia con la que dijo esa palabra me produjo un escalofrío.

Luego desapareció de la habitación, y decidí tumbarme de nuevo, la cabeza me iba a explotar. Entonces entraron mis padres. Mi madre que tenía los ojos enrojecidos, en cuanto me vio, se puso en silencio a llorar de nuevo, sin soltarse del brazo de mi padre, quien me miraba con una mezcla entre desaprobación y preocupación. Yo los miré esperando que dijeran algo, pero durante unos minutos el único sonido de aquella habitación eran los sollozos de mi madre. Entonces mi padre me preguntó con un hilo de voz por qué. No podía esperar que lo entendieran, no sabían ni siquiera cómo y en qué momento empezó todo. Para ellos siempre había sido la niña buena, responsable y aplicada en todo: en los estudios, en casa, con los amigos, en la vida en general. No sabían nada. Así que pude imaginar el desconcierto que rondaría por sus cabezas. Pero no podía contarles todo en ese momento, era demasiado largo de contar, muchas explicaciones que dar, era justo la conversación que había estado intentando evitar desde que cambió mi vida, desde que Chris apareció en ella.

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