Amor es sólo una palabra
Amor, love, amour, amore... Distintos idiomas para definir algo que no se puede definir. Algo que no existe. El amor es sólo eso que definimos porque aspiramos a alcanzarlo algún día. Si miramos alrededor, la pareja perfecta es la que más problemas tiene. Luego están los que tienen problemas y se encargan de que el resto nos demos por enterados. Si prestamos atención, sólo existen mentiras. Envidias, celos, cuernos, un sinfín de palabras que sabemos que existen, que sólo pasamos por alto cuando no nos pasa a nosotros, somos así de egoístas. Pero todo se reduce a eso: mentiras. Sentimientos que nos callamos, secretos nunca revelados. Nos mordemos la lengua, miramos hacia otro lado, nos encendemos un pitillo y en lugar de palabras sólo expulsamos humo que las hace evaporarse. O eso creemos. Porque las palabras son residuales, siempre queda algo ahí, en algún lugar recóndito. Puedes ser la persona menos rencorosa pero cuando menos te lo esperes, ahí está, eso que nunca dijiste, eso que no querías y no quieres decir. Sale sin más, sin poder hacer nada excepto arrepentirte cuando lo sueltas. El amor es mentira, es hipocresía, es arrepentirse de pensar como pensamos, de ser como somos.
Pero la sinceridad total y absoluta tampoco es buena. Siempre suena peor de lo que sonaba en tu cabeza, siempre la otra persona se lo toma como un ataque sin piedad, sin compasión. Es un momento en el que una persona abre su mente y sus pensamientos más sinceros y la otra los recibe como una ofensa. La sinceridad también es nociva. Así que ¿dónde está el equilibrio? Tampoco existe.
Esa idea que los cuentos, las series, las canciones, las películas nos meten en la cabeza sobre el amor, son todo falacias. Esa pareja de ancianos que aún se cogen de la mano, ¿es posible que sientan lo mismo que sentían cuando llevaban un año saliendo tan sólo? Seguro que no. Ahora se hacen compañía, se comprenden mutuamente, no imaginan su vida sin el otro. ¿Eso es amor? No, es la dependencia que generan los años. Seguro que si les diéramos el suero de la verdad se descubrirían cosas que jamás se han contado y que jamás hubiéramos imaginado en una pareja de "ese estilo". No nos engañemos, el amor perfecto, idílico, no existe. Cada pareja tiene sus fantasmas, sus telarañas, la mierda oculta bajo la alfombra. Las películas ni se aproximan a representar todo eso, porque cada cual tenemos nuestro cajón desastre, del cual mostramos lo que dejamos y lo que queremos que vean el resto. Si engañamos a nuestros padres, a nuestros familiares, a nuestros amigos, ¿cómo no vamos a engañar, u ocultar, a quien decimos amar?
Porque luego están los que dicen "yo no miento, sólo no lo digo todo". ¿Acaso ocultar una verdad es menos delito que mentir? No lo creo. Es hipocresía. Quieres convencerte de que eres mejor persona que uno que miente, pero en realidad eres igual, o peor. Porque te engañas a ti mismo y engañas al resto. Ocultar esa parte de ti que no quieres dar a conocer, por miedo al rechazo, a la crítica, por miedo a hacer daño... Tonterías, toda una sarta de gilipolleces. Esa parte que ocultas, que no cuentas porque no quieres mentir, es parte de ti, de tu personalidad, es una parte que te hace ser como eres. Y si eso lo ocultas a la persona a la que amas, no le estás mostrando como eres. No eres tú, eres una obra de ficción que sólo cuenta una parte del todo que conformas. Lo cual me lleva a pensar ¿de qué nos enamoramos? De una ficción. De una mentira. Ocultar no deja de ser mentir, engañar.
Somos mentiras que nos enamoramos de otras mentiras pensando que seremos el falso amor perfecto. Y lo creemos. Si no lo creyéramos, ¿la gente tendría citas? ¿Se casarían? ¿Querría formar una familia? Las novelas, la televisión, la música, el cine, nos lo endulzan con palabras como destino, alma gemela, amor de mi vida, que no dejan de ser el lazo de raso a un paquete bien envuelto pero que está vacío. Pero pensando en frío, si el destino existiera, no importarían nuestras decisiones. Si nuestra alma gemela existiera, ¿cuánta suerte tendrías que tener para encontrarla en toda la Tierra? ¿Cuántas veces no hemos pensado que esta o aquella persona es el amor de nuestra vida, y luego pasado el tiempo, nos hemos dado cuenta de que estábamos equivocados?
Pero somos luchadores. Tropezamos, nos equivocamos, mentimos y nos perdonan, seguimos adelante. ¿Por qué? Porque sienta bien. Sienta bien saber que puedes contar con otra persona, que tienes a alguien a quien cuidar, a quien proteger, y sentirnos protegidos y seguros al mismo tiempo. Alguien que a pesar de los fallos que te ves, sigue contigo. Manías, tics, hobbies, familiares insoportables... Todo eso lo aguantáis recíprocamente. Porque sienta bien reírse hasta que te salen agujetas, acurrucarse en cualquier sitio, los besos pasionales y fugaces sin previo aviso, las caricias que nadie ve, el cruce en la distancia de miradas cómplices en un sitio abarrotado de gente, la seguridad de despertarse cada mañana al lado de la persona que te hace sentir mariposas en el estómago y puebla tus sueños en la cabeza. Alguien con quien hacer planes imaginando tener todo el futuro por delante. Alguien con quien compartir preocupaciones, facturas, resfriados. Sienta bien el sexo en cualquier momento, pero mejor el momento de después. Sienta bien esa nostalgia dulce cuando recordamos cómo se te escapó un trozo de ti cuando esa persona desapareció de tu vida, esa persona que te cambió, que te hizo ver el mundo de una manera distinta, a veces mejor, a veces peor, pero distinta. Y por tanto, aprendemos algo nuevo, esa persona nos hizo ampliar nuestra visión, nos hizo ver en qué estábamos equivocados, que a veces no todo es o blanco o negro. Y si encontramos a una así, ¿por qué no íbamos a encontrar a otra?
De eso se aprovechan el cine, la música y la literatura, de empatizar con esa pequeña parte soñadora nuestra, la que mantiene la esperanza de que volveremos a sentir todo eso que sienta tan de puta madre. Puedes estar deprimido porque la que tú pensabas como la persona definitiva, se ha largado con otr@, o no ha resultado ser como pensabas en un principio, o habéis cambiado tanto que no os reconocéis mutuamente. La ficción se aprovecha de que, aún doloridos, sabemos que volveremos a caer en eso, aquello que buscamos y que definitivamente no existe. Pero será porque no hemos buscado lo suficiente.
Comentarios
En lo demás, de acuerdo al 100%.
Besos.
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