Fantasmas

Hola,
hace años que nos hemos vuelto a ver, y ya ves, hoy me ha dado por pensar en ti. Ya sabes lo nostálgica que soy, y acordarme de ti ha provocado un torrente de recuerdos, la mayoría muy agradables, otros bochornosos, ya sabrás a cuáles me refiero. Por eso me quedo con los buenos.

El primer recuerdo que tengo tuyo: salir del colegio y estar en tu casa. Se hicieron las tantas, ¿qué serían, las 10? Y al día siguiente teníamos clase. Y tú más preocupada por mí que mi madre que no llamaba para ver dónde estaba. Pero ella estaba despreocupada porque sabía que yo estaba contigo, ¿dónde iba a estar si no? Recuerdo lo bien que lo pasamos aquella tarde escuchando música y hablando en tu cuarto, y de ahí que pasara el tiempo tan rápido, como siempre sucedía cuando estábamos juntas.

Los siguientes recuerdos: nuestras fiestas con el resto de amigos, canciones de Garbage, The Cardigans... En tu casa de San Vicente, en casa de mi madre, el desfase, las risas, tus encerronas con el chico que me gustaba... Qué bien lo pasamos. Y los comentarios del día de después. Y las largas charlas sobre la persona que te gustaba y lo mal te trataba. Y las lecturas de libros de Lucía Etxeberría y nuestros comentarios al respecto. Puede ser que el colegio no fuera mi mejor época, pero fue de las mejores porque estabas allí.

Y el instituto, bueno, aquel primer curso fue para olvidar. Tú por fin te habías encontrado y yo toqué fondo, imagino que en parte perderte no ayudó, al igual que tampoco lo hizo mi parte bocazas plasmada en aquella carta. Al diablo con todo, lo hice y punto. ¿Lo jodí todo? Estoy segura de que sí. ¿Me arrepiento? Por supuesto. ¿Hubiera cambiado algo? Estoy segura de que no. Simplemente llegó el momento de que nuestros caminos se dividieran.

Y te preguntarás, ¿a qué santo viene esto ahora? No es que no me acuerde de ti, ¿cómo vas a olvidar a la persona con la que has tenido mayor confianza? Muchas veces pienso en lo que fuimos, y es que una amistad de esas que con sólo una mirada ya sabes lo que está pensando la otra persona, de esas que no hay vergüenza que sirva porque sabes que no va a haber crítica a lo que digas, es una amistad imposible de olvidar. Tampoco es difícil acordarse de ti estando en una ciudad tan pequeña como es Alicante. Mi familia te sigue viendo, pero al menos han parado de preguntar qué nos pasó. Dicen que te ven bien, quizá demasiado delgada, pero me cuentan que te ven feliz. Me alegro por ti.

Y esto viene a cuento quizás en parte porque es marzo y sigo acordándome de tu cumpleaños. Me pregunto si tú te acordaras del mío, si alguna vez te pondrás nostálgica como yo y te pondrás a rememorar nuestra preadolescencia. Y esto viene a cuento porque las comparaciones son odiosas, y cada amistad nueva que hago es imposible evitar compararla con la que tuvimos, y saber que no he vuelto a confiar tanto en alguien como lo hice contigo, ni creo que lo haga nunca más.

Y hoy me apetecía escribirlo porque aunque siga con la muralla levantada y la coraza puesta, hoy he conocido a una persona que me ha recordado mucho a ti, en los gestos, en algunas palabras y expresiones, pero sobre todo porque hacía tiempo que no coincidía en tantos aspectos, en tantas opiniones, como cuando estaba contigo. Lo de empezar una frase y saber cómo va a acabar, son cosas difíciles de olvidar y difícil que sucedan.

Pero me ha hecho acordarme de ti, ya ves tú qué tontería. Y pienso en lo bien que te caería, o al menos le caería a aquella persona que fuiste en el colegio. Y me pregunto qué pensarías si te contara que he cumplido mi sueño de vivir en Madrid, y me intriga saber si tú habrás cumplido los tuyos. Podría hacer el intento de reencontrarme contigo, pero a veces es mejor dejar las cosas como están. Ha pasado mucho tiempo, yo soy otra persona, y seguramente tú también, y desempolvar el pasado a veces no sale del todo bien. Así que sólo te deseo lo mejor, y ante todo, que seas tan feliz como lo soy yo.




Comentarios

Entradas populares de este blog

Quédate

Persona(je)s

¿Qué es para ti?