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Mostrando entradas de marzo, 2014

Lunch was over

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Me apetecía escribir pero no se me ocurría nada que me gustara, así que he cogido un libro al azar, una página al azar y he memorizado la primera frase que aparecía ( Lunch was over ). Luego me he ido a dar un par de vueltas, y a la vuelta se me ha ocurrido el siguiente relato: Acabó de comer y con la mayor delicadeza pasó la servilleta de lino por sus labios carmesí. La dispuso sobre la mesa en un ángulo perfectamente alineado con los cubiertos. - Espero que te haya gustado la cena, mi amor. – dijo con una voz sensual y cálida mientras alzaba una mirada fría y azul a su acompañante. – Oh, vaya, veo que no has tocado el entrecôte. ¿Tu madre no te enseñó que no se debe dejar comida en el plato? Niño malo… Sonrió de forma traviesa y sin hacer el menor ruido, se alzó de la silla y recogió la mesa. Cuando volvió de la cocina traía una bandeja con dos tazas minúsculas y una tetera humeante. Repartió las tazas posándolas sobre sus correspondientes platitos y sirvió el

Línea 149

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No sé qué me llamó la atención de ti, quizás en un primer momento el darme cuenta de que coincidíamos en nuestra rutina buseril en direcciones opuestas. De lunes a viernes a la misma hora en el mismo autobús, tú para ir a trabajar, yo para volver a casa. Curiosa imaginación que rellena los vacíos de información. Eras profesor porque llevabas chaqueta con coderas y numerosos libros de 6º, y esas gafas de pasta que sólo usabas para leer. Y eras además profesor nativo, porque eras demasiado rubio y pálido para ser español, porque ningún profesor español que yo conociera llevaba media melena, y porque aunque no te había oído hablar nunca, si leías alguna novela siempre era en inglés. Y los modales. Te sentabas siempre en la ventana, en la marcha contraria al autobús porque como cabía esperar, había menos posibilidades de que alguien se sentara a tu lado. Pero cuando lo hacían, yo notaba tu mueca de disconformidad. Y tú, con una sonrisa falsa, apartabas tus libros para que pudieran

Fantasmas

Hola, hace años que nos hemos vuelto a ver, y ya ves, hoy me ha dado por pensar en ti. Ya sabes lo nostálgica que soy, y acordarme de ti ha provocado un torrente de recuerdos, la mayoría muy agradables, otros bochornosos, ya sabrás a cuáles me refiero. Por eso me quedo con los buenos. El primer recuerdo que tengo tuyo: salir del colegio y estar en tu casa. Se hicieron las tantas, ¿qué serían, las 10? Y al día siguiente teníamos clase. Y tú más preocupada por mí que mi madre que no llamaba para ver dónde estaba. Pero ella estaba despreocupada porque sabía que yo estaba contigo, ¿dónde iba a estar si no? Recuerdo lo bien que lo pasamos aquella tarde escuchando música y hablando en tu cuarto, y de ahí que pasara el tiempo tan rápido, como siempre sucedía cuando estábamos juntas. Los siguientes recuerdos: nuestras fiestas con el resto de amigos, canciones de Garbage, The Cardigans... En tu casa de San Vicente, en casa de mi madre, el desfase, las risas, tus encerronas con el chico qu

Cuando se cierra una puerta, se abre una ventana

Gente, gente y más gente. Miradas que la observaban con pena, manos que le daban el pésame, y ella parada allí, inerte, vacía, anestesiada. Tan sólo habían transcurrido unas horas del sepelio de sus padres, y su casa se había llenado de desconocidos yendo y viniendo, hablando en susurros. Pensarían que no les veía señalarla mientras cuchicheaban. Poco le importaba en aquel momento, y continuó recibiendo condolencias. - Vete a comer algo, Annie. -Le dijo su tío Adam. Se acercó a la mesa donde habían dispuestos diferentes platos y tras observarlos, decidió que no tenía hambre. Miró a Adam organizando y saludando a todo el mundo. Decía que ella había pasado muchos veranos de pequeña en su casa en Oregón. No recordaba nada, era un completo desconocido, pero debía reconocer que se estaba preocupando por ella y que había supuesto un alivio tenerle para ocuparse de todo. Deambuló por la planta de la casa, cruzándose con gente que no había visto nunca. ¿De verdad sus padres habían tenid