Escribe

Escribe porque sí. Escribe sueños, pesadillas, recuerdos, esa historia de los ancianos en el autobús. Escribe las conversaciones de otros, sobre las vidas de otros, las historias de otros. Escribe tu historia. Escribe tu mundo. Escribe lo que te hace feliz, lo que te haría feliz, lo que te hizo feliz. Escribe para decir lo que no puedes gritar, escribe para expulsar lo que te está carcomiendo, lo que te preocupa, lo que te enerva. Escribe para desahogarte, para vomitar la ira contenida, para no ahogarte en tu propio vaso, para tragar esa bola atrancada en la garganta. Escribe hasta que se sequen las lágrimas y se borren las teclas. Escribe para despegar tus pensamientos y encerrarlos entre renglones y olvidarte de ellos. Escribe para exorcizar aquello que te está pudriendo, que te está matando, que te oprime el pecho y no te deja dormir, no te deja comer, no te deja respirar. No te deja vivir. Escribe para continuar, para aceptar que se acabó, escribe para coger fuerzas de poner punto y aparte, para ver que la esperanza de ir a mejor es tangible en grafías. Escribe para no hundirte, escribe para sentirte mejor, escribe para rellenar página y pasarla. Escribe para llegar al final del capítulo donde no querías llegar, pero al que, al final, sabías que llegarías.

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