OK
"A mí no me muerdas que yo no te he hecho nada". Lo escribió deprisa, como reacción imparable a la respuesta airada de su mejor amiga, por la que estaba preocupada. Estaba enfadada, y ahora se lo había contagiado. En su empeño de averiguar qué había pasado o si podía hacer algo, recibió esa respuesta que tan mal le sentó . Mientras que cuando se cambiaban las tornas, su amiga insistía sin piedad hasta sacarle una sonrisa involuntaria. Era la tonta que siempre acababa cediendo. Borró el mensaje y respiró hondo. No perdería la paciencia porque sabía que no lo decía con esa intención. "Me limitaré a ignorarte la próxima vez que te cabrees", tal cual lo escribió, lo leyó y le dio a suprimir. Demasiado radical. Y falso. No importaba qué pasara, ella seguiría ahí para ayudarla cuando lo necesitara, aunque sabía que nunca la necesitaría. Escribía el enfado, la...