Entradas

Mostrando entradas de enero, 2013

Plan de exterminio

Vuelvo a casa derrotado del trabajo, con la cabeza llena de quejas y de órdenes. Me va a estallar. Alzo la voz saludando a quien me espera como cada día, la única persona que me hace sentir bien, la que puede apaciguar las voces en mi cabeza, mi esposa María. Cierro la puerta y echo la llave. A través del gran ventanal que decora la pared norte del salón veo tan sólo la oscuridad de la noche. Las cortinas no están echadas. "Estará regando las plantas", pienso para mis adentros. Me acerco a la cristalera, intentando habituar mi vista a la negrura exterior. Comienzo a distinguir los tiestos de barro cuando algo me sobresalta, una sombra que pasa veloz de un extremo a otro. Busco el interruptor de la luz, que enciendo al mismo tiempo que un gato negro se abalanza contra el cristal. Retrocedo un paso, el cristal amortigua el ataque, y cuando el gato se recompone, salta al balcón de al lado. "Puto gato de los cojones", gruño con mal genio. Lo que me faltaba para aca

Sonatina

Con motivo del 146 aniversario del nacimiento de Rubén Darío, hoy Google ha hecho un doodle con un cisne, y me ha sido imposible recordar cuando estudié a este poeta en el instituto. El Modernismo nunca ha sido el movimiento literario santo de mi devoción (soy más dada al pesimismo crudo de la Generación del 98). Pero recuerdo los rasgos que caracterizaban ese movimiento y, en concreto, recuerdo pavos reales y cisnes por doquier... En aquel entonces leí por primera vez un poema, la Sonatina (el único que recuerdo de este autor, o al menos lo relaciono directamente con él) en el que claramente se veían las imágenes exóticas, brillantes de las que hablaba mi profesora de Literatura, pero creo que se quedó tan grabado en mi mente por la nostalgia y la pena que había entre tanto sol, tanto oro y tanto cisne. La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?  Los suspiros se escapan de su boca de fresa,  que ha perdido la risa, que ha perdido el color.  La princesa está pálida

El paquete

Imagen
La lluvia descendía a plomo cuando salió del trabajo. De los árboles caían las últimas hojas del otoño, anunciando la llegada del invierno. Se subió el cuello de la gabardina y se encasquetó su gorro de lana. La cafetería se encontraba junto al río y el frío que le helaba los huesos era el de todos los días. Turistas equipados con impermeables de colores horribles llamaban la atención en aquel día grisáceo. Hacían fotos a diestro y siniestro y decían algo que él no entendía. Era su clientela habitual, hacerse entender con ellos a veces era una aventura. Sin embargo,mientras caminaba hacia el puente,distinguió una figura femenina sentada en un banco. Permanecía muy quieta, mirando fijamente el río. Apenas llevaba un abrigo y el agua resbalaba por sus cabellos. Debía de estar pasando mucho frío a saber por el temblor de su barbilla. Sujetaba algo en las manos, un objeto cuadrado sobre el que pasaba su mano de vez en cuando, como si no se diera cuenta. Él siguió caminando hacia e